Por lo general, cuando pedimos una lectura de tarot lo hacemos porque estamos atravesando una situación difícil, momentos de cambio, de incertidumbre, tenemos que tomar decisiones importantes, ya sea a nivel emocional, laboral, en cuestiones de familia, y es infrecuente que pidamos una lectura cuando la vida nos sonríe.
Difícilmente, cuando estamos bien, preguntaremos a las cartas: “Todo está marchando de maravillas para mí y quiero saber si esto continuará o si se viene la noche”, sino que preguntamos porque tenemos dificultades y problemas, y por supuesto, lo hacemos esperando una lectura positiva del tarot.
Verdad implacable o mentiras piadosas en el tarot
Lo que un tarotista debe elegir
Nadie quiere una mala respuesta, que las cartas sean lapidarias, que nos agudicen el malestar que tenemos. Lamentablemente, esto no se puede manejar. Todo tarotista que se precie, que respete lo que dicen las cartas, dirá la verdad… pero en esto puede haber matices.
Esto lo digo desde mi experiencia personal, en donde me enfrento a diario con este tipo de dilemas: si decir la verdad implacable de lo que sale, o decir alguna mentira piadosa como para no agobiar a la persona con una mala respuesta…. Pero en la forma en que entiendo el tarot, no tengo otra alternativa que decir lo que sale, tal cual sale.
Esto es principalmente por una cuestión de respeto a quien está consultando, pero también hacia la baraja, y por supuesto hacia mí misma. Sin este respeto esencial hacia estos tres componentes, no podría hacer lecturas de cartas.
Cuando una lectura es negativa, cuando tengo que dar una respuesta que no es favorable —y de hecho siempre lo menciono en la propia lectura— me suelo enojar con las cartas. Me da rabia que salgan negativas. Yo quisiera dar siempre buenas noticias, hacer feliz a la persona que consulta, dar una esperanza de que ese problema tiene solución y no tener que explicarle por qué las cartas han salido negativas.
Incluso, lo confieso, es más trabajo para mí hacer una lectura negativa. Cuando todo va bien y todo es favorable, es más fácil contarlo y relatarlo, no hacen falta tantas explicaciones.
Pero cuando el resultado es adverso, al menos yo tengo una necesidad de explicar más las cosas, de fundamentarlo, tal vez como una manera de que la persona no se sienta tan mal por la lectura adversa que recibe.
¿El tarot dice siempre la verdad?
La diferencia entre una lectura honesta y una lectura para conformar
En estas situaciones, me he planteado muchas veces si una mentira piadosa puede ser útil, porque si en definitiva lo que la gente quiere —y me incluyo— es esperanza, ¿cómo podría ser pecado entonces mentir un poquito y darle buenas señales cuando, en verdad, las cartas no las muestran?
Pero mi conclusión es siempre la misma: esto es inadmisible, porque va en contra de cómo entiendo el tarot. Siempre lo digo, y lo recalco ahora: no entiendo el tarot como un vaticinio, no es una evidencia de sucesos futuros, no es una verdad escrita en piedra, un augurio que va a ocurrir sí o sí.
El tarot muestra posibilidades, no pronósticos infalibles. En un momento dado, el que hacemos la lectura, las posibilidades de que algo ocurra de una manera son ESTAS. Puede ser bueno o puede ser malo, pero son ESTAS que dicen las cartas por una serie de factores que influyen, y por tanto mentir sobre esto sólo va a crear más confusión, y ese “mar de posibilidades” se va a mezclar todavía más, se volverá más caótico y más oscuro.
Suavizar el mensaje
Mi conclusión ha sido, entonces, decir estas cosas negativas, esta verdad implacable, de una manera que no sea tan dura. Por eso es que tengo que escribir más y explicar más. Y debo reconocer que la diplomacia no es uno de mis fuertes. Sé que algunas veces puedo ser un poco dura o directa con lo que digo, aunque hago un esfuerzo por suavizarlo y por tratar de ver, incluso en el peor de los escenarios, la parte más positiva que podamos encontrar.
Las cartas tienen su mensaje, y lo tienen por una razón. Si te están dando una respuesta negativa, por algo será: porque esa relación no funciona, porque no es para ti, para que no pierdas el tiempo, para que no malgastes tu amor. Te dirán que no cambies de trabajo porque no te dará buen resultado, que no hagas tal inversión, que no prestes el dinero, o que no te pelees con tu madre, o por el contrario, que te alejes de todo el mundo.
Cada lectura tiene su mensaje en particular, pero las cartas no se dan de ese modo por casualidad, sino por una razón, y es para que tengas una visión desde afuera, imparcial, que te dice cómo se ven las cosas y qué es lo que deberías hacer.
Como hablamos de posibilidades, entonces, luego, con nuestras actitudes y nuestras decisiones, podemos tal vez influir en ese resultado. Por eso es que el “vaticinio” que dice una lectura de tarot no es una verdad irrevocable. Todo puede cambiar, justamente a raíz de estas decisiones que se tomen, e incluso por la propia imprevisión de la existencia, que muchas veces entra en juego y modifica las cosas.
¿Mentir con el tarot para no herir?
Por qué decir la verdad es siempre lo más respetuoso
Además, esto mismo de decir la verdad o mentir piadosamente lo puedes aplicar a diferentes situaciones de la vida. Imagino que si vas al médico con los riñones destruidos, no querrás que el médico te diga que está todo bien, que no te preocupes, que simplemente debes beber más agua.
Tampoco querrás, si vas al psicólogo, que simplemente te dé la razón y te diga que todo lo que piensas y lo que tienes decidido hacer está bien. Consultamos a otro justamente para tener un contraste, para no ser dueños absolutos de una razón que seguramente no tenemos, y en el tema del tarot sucede lo mismo.
Todo el mundo espera noticias felices, pero creo que en el fondo —y lo digo también por mi experiencia— la mayoría de la gente pide que se le diga la verdad, aunque duela.
La verdad os hará libres
Por otro lado, hay una cuestión muy sencilla: si tú ofreces un escenario negativo y luego las cosas resultan bien, nadie te culpará por ello. Se olvidarán pronto de tu vaticinio negativo y disfrutarán el resultado favorable.
Suelo decir al finalizar mis lecturas que ojalá los vaticinios negativos no se cumplan, que ojalá las cartas no tengan razón, que ellas y yo nos equivoquemos. Nada me haría más feliz que equivocarme y que las cosas resulten maravillosamente bien, porque además, si resultan bien, me perdonarás mi equivocación.
En cambio, si te doy un resultado favorable negando el panorama oscuro que han trazado las cartas, cuando finalmente las cosas no resulten bien, me culparás y me lo recordarás de inmediato… “Pero Tiziana, me has dicho que íbamos a volver con mi ex, salía El Carro y él se ha marchado a vivir a otra ciudad con su nueva novia”….
Si tú vas a dar un paseo con un niño y, de antemano, le dices que todas las heladerías estarán cerradas, posiblemente sepa que no podrá comer un helado. Si una de las heladerías está abierta, para el niño será una fiesta, y ni se acordará de que le habías dicho que no era posible, estará contentísimo con su helado.
En cambio, si le prometiste que en la caminata tomarán un helado y todas las tiendas están cerradas, el niño se resentirá, volverá a casa enojado, llorando, culpándote de que le prometiste algo que no pudiste cumplir, y lo recordará mañana… y posiblemente más tiempo.
De esto se trata entonces, que las mentiras —por muy piadosas que sean— siempre tienen patas cortas, y que no sirve de nada consolar a alguien y ofrecerle un panorama positivo cuando las cartas no lo están siendo.
Asumir los riesgos al pedir una lectura de tarot
En última instancia, si uno no quiere un resultado negativo, entonces no debe pedir una lectura de tarot. Cuando solicitamos una lectura, ese es el riesgo que corremos: que las cartas salgan muy bien, o muy mal, o a veces incluso anodinas, sin una respuesta precisa, ofreciendo el mismo escenario, que nada va a cambiar ni para bien ni para mal. Tenemos que asumir esto al pedir una lectura. O como dice mi marido argentino: “Si te gusta el durazno, bancate la pelusa”
Y cualquiera de nosotros, como tarotistas, por una cuestión de respeto y de no vender falsas ilusiones, debe decir la verdad, por dolorosa que sea. El riesgo que corremos —que corres tú, que corro yo— es que esa persona tal vez no vuelva a pedir una lectura contigo.
Me ha pasado con gente que me ha pedido una tirada por primera vez, que el resultado salió adverso y nunca más me solicitaron una lectura. Pensarán que soy negativa, o simplemente no escucharon lo que querían oír. Así que ese es el riesgo que corre uno desde este lado de la baraja.
Pero en cualquier caso, ni para vender esperanza, ni ilusiones, ni para asegurarnos una nueva lectura con esa persona debemos mentir en ningún caso. Tal vez debamos aprender a suavizar el mensaje, a hacerlo lo más empático posible, a decirlo de una manera que no resulte dolorosa sino instructiva, pero siempre quedándonos en el “Team verdad implacable”.
¿Y tú qué piensas?
Cómo haces tus lecturas de tarot? Te cuesta decir la verdad cuando duele? Y tú como consultante que esperas? El bálsamo de una falsa ilusión o la verdad aunque no te guste? Házmelo saber en los comentarios!